Publicado en ABC

Primero se les estigmatizó y, más tarde, se les utilizó. Los animales y, sobre todo, los perros han sido tratados como un mero instrumento durante el confinamiento. «Las personas adquirían los animales de forma fraudulenta para poder salir a la vía pública», relata Anna Mulà, abogada especialista en derecho animal y portavoz del Instituto de Políticas Públicas de Protección Animal (IPPPA). En concreto, la Real Sociedad Canina de España (RSCE) calculó que se habían demandado unos 5.000 perros, un repunte de un 50%.

«Esto supone que a un animal se le está tratando como una mera herramienta para cubrir una necesidad que, después, al llevarse a cabo de esta manera tan inconsciente y cosificando a los animales, da lugar a que no se asuma la necesaria obligación que supone tener un animal, entonces abandonarlo te resulta mucho más sencillo», explica Mulà. De hecho, ahora, tras la desescalada y con la llegada del verano, «ya se están detectando casos de abandono fruto de esta etapa de confinamiento», señala.

Se trata de una realidad que confirman los datos aportados por la RSCE. Según la organización, el abandono de perros ha aumentado un 25% desde el inicio de la desescalada. Solo a finales del pasado mes de mayo –durante las primeras semanas en las que se relajaron las restricciones de movilidad en la mayoría de provincias– se contabilizaron unos 2.000 abandonos de perros en España.

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