Por eso los perros son seleccionados y adiestrados para la localización de personas, drogas y explosivos, siendo capaces de detectarlos en condiciones difíciles tanto en el de tiempo del rastro, climatológicas o de camuflaje y que en ocasiones pensamos de imposible resolución. En el caso del perro, podemos asegurar que una de sus mejores maneras de relacionarse con el mundo exterior es el olfato.
Es posible que el olfato sea el primero de los sentidos que desarrollaron los seres vivos en la colonización del planeta, las plantas primigenias utilizaban partículas olorosas para atraer a los insectos y que esparcieran el polen necesario para su distribución, los insectos a su vez trasmiten feromonas para posibilitar sus apareamientos a muchos Kilómetros de distancia, los peces reconocen a través de las partículas depositadas en el agua los lugares de nacimiento y vuelven a ellos para criar a sus nuevas generaciones, así mismo los mamíferos desarrollaron su olfato para localizar sus presas en el caso de los carnívoros, como para huir de ellas en el caso de las presas.
Es difícil que entendamos el verdadero desarrollo de la potencia olfativa de los perros, la superficie que el hombre destina para ello es de unos 15 cm cuadrados y en el perro es de unos 200 cm cuadrados, y en el caso de los sabuesos de unos 250 cm cuadrados, esta potencia olfativa se explica también por el numero de cilios que tenemos por célula en el hombre es de unas 8 y el perro tiene entre 125 a 160 cilios, este desarrollo va en relación también con el tamaño del cerebro en el perro existe una relación del 10% y en el hombre de 0,30%.
La anatomía de la nariz del perro favorece su desarrollado olfato en cuanto, en primer lugar, las cavidades nasales tienen una orientación que permite ampliar el campo olfatorio. Por otra parte, al ingresar en la nariz el aire se separa en dos corrientes: la primera va hacia los pulmones, como ocurre con todos los mamíferos, pero existe también en los perros una segunda corriente que se dirige en forma directa a las células olfatorias, mediante las cuales el reconocimiento de los olores por parte del perro se fija en forma de imagen olfativa. De esta manera, cada uno de los olores es reconocido como signo de determinadas circunstancias, y cada vez que el animal vuelve a percibir un olor ya conocido, sabe exactamente a qué circunstancia corresponde.
Esto nos tiene que llegar a comprender que si para los humanos el gusto es nuestra arma para la alimentación, en el perro es el olfato, por eso la comida tiene un papel preponderante en nuestra cultura mientras que el perro engulle los alimentos sin importarle demasiado el sabor, siendo capaz de alimentarse de cualquier cosa que le proporcione la suficiente energía aunque su sabor sea cuando menos repugnante.
En nuestro caso para que nuestros compañeros en la caza tengan su capacidad olfativa en perfecto uso deben de tener unas condiciones que destacamos a continuación.
1. Evitar contacto con cualquier patología que afecten a nuestros animales en su potencia olfatoria tales como el moquillo (distemper). Los cachorros y perros adultos que lo han padecido, en algunos casos quedan inutilizados sus poderes olfativos. Es una enfermedad que puede dejar secuelas a la actividad sensorial del perro y puede llegar a invadir la parte cerebral. Dicha enfermedad tiene tal gravedad que al atacar al aparato olfativo puede llegar a ser el principio de “Anosmia” o sea falta total del olfato.
Rinitis alérgicas o infecciosas, que provocan una alteración de la membrana olfatoria, sería otras patologías que podría afectar al olfato. Aislar al animal enfermo y realizar las vacunaciones pertinentes del cachorro y después anualmente son totalmente necesarias.
2. Evitar las sustancias irritantes en el aire. Productos industriales o de origen animal con alto contenido en amoniaco, o bien perros que duerman en perreras junto a jaulas con conejos, gallinas, etc., de los cuales se desprenden emanaciones muy fuertes, amoniacales, que afectan las papilas olfativas del perro, producen una gran irritación de la mucosa olfativa de la nariz, produciendo una respuesta del trigémino que desencadena el estornudo para protegerse.
3. Evitar que la perrera tenga el ambiente demasiado seco, caliente o con polvo, se produce una excesiva evaporación de la mucosa, impidiendo al perro atrapar las sustancias volátiles contenidas en el aire.
4. En perreras con poca higiene o que tengan los perros expuestos a un olor fuerte y continuado, se desencadena un proceso de acostumbramiento, provocando que el perro pierda capacidad olfativa. Ejemplos los tendríamos en desinfectantes tipo el Zotal con un olor fuerte y persistente. Cuidado con los aerosoles con y utilizarlos lejos de las vías respiratorias. Cuidado con los aerosoles con y utilizarlos lejos de las vías respiratorias.
5. La higiene y la desinfección de las perreras hay que extremarla, dotando además la los animales de camas secas libres de corrientes de aire.
6. Evitar la permanencia de perros encerrados, sin contacto desde pequeños con el exterior. Con ello no desarrollan la suficiente capacidad de análisis con el ejercicio de su nariz, desconocerán olores que otros perros reconocerán de inmediato y no podrán archivar en su cerebro el significado de los mismos.
7. Esconder a los cachorros golosinas o el propio alimento para que estimulen sus sentidos. Es un problema frecuente que el perro llega a adulto sin saber utilizar su nariz y no por tener más o menos capacidad olfativa, si no porque utilizan la nariz sólo para respirar; además esto se ve incrementado con las altas temperaturas y el cansancio y con el consiguiente jadeo. Pero si bien la capacidad de distinguir o diferenciar olores es en el perro una cualidad dada, no debe olvidarse que, hasta no hace mucho tiempo, el perro utilizaba su olfato para buscar alimento, motivación primordial para él. De la misma manera, para incentivar a que el animal busque un determinado olor, es imprescindible asociar una motivación al olor descubierto, de manera que el perro pueda indicar su presencia.
9. Los parques de ejercicio, las salidas desde cachorros son necesarias si queremos que el perro rinda en jornadas cinegéticas. Los perros pueden ser de pura raza, o tener buenos orígenes y ser pobre de nariz no por el perro en sí, sino por el pobre ejercicio que en este sentido ha realizado desde cachorro.
Es un error frecuente que a diario vemos en los perros de ciudad, que el propietario aparta al animal cuando este olfatea a otro congénere, o sitios donde otros animales han depositado marcas, o bien siguiendo su instinto busca emanaciones desconocidas por él. Cuando el perro olfatea interrumpe su ciclo de respiración normal, produce remolinos de aire en el interior de su cavidad nasal, para recopilar información, todos y cada uno de los olores tienen que ser reconocidos y archivados en la memoria de su cerebro, desarrollándola; así cuando se vuelve a encontrar con un olor, lo procesa de inmediato y reconoce su procedencia.
En los perros de rehala la necesidad del aprendizaje de los cachorros en contacto directo con su medio no siempre es posible, disponer de amplios parques de suelta y entrenamiento es privilegio de unos pocos, y si además les damos la oportunidad de juego con las piezas de caza o al menos sus olores tendremos ganado y avanzado mucho en su educación y valía. Por desgracia pocas rehalas pueden cazar en buenas manchas y sus perros tener la oportunidad de abatir y encarnarse en piezas que les garantizasen el ejercicio de sus sentidos.
José Herrero Soria.
Veterinario/Cazador.