Otra cosa que deberemos observar y que es muy corriente es que la perra en los primeros días, por un exceso de celo en la limpieza del cachorro, lame reiteradamente la zona umbilical y genital, para además desencadenar en los perrillos el reflejo de orinar y de defecar y en el ombligo al estar sin cicatrizar, puede producir roturas de la pared abdominal y que van a ocasionar hernias.
Estas hernias pueden ser pequeñas como un garbanzo; que no suelen tener importancia y a la larga desaparecen, pero pueden ser más grandes y entonces hay que intervenir. El método de poner una moneda con una cincha alrededor durante unos días puede funcionar, pero la mayoría de las perras las retiran y habría que espera a después del destete a ponerlas. Si son mucho más grandes, la cirugía sería el único medio de reparación.
El cachorro sigue creciendo y como indicábamos en el capítulo anterior, seguimos las pautas de desparasitación indicadas, lo destetamos y empieza a comer. El efecto de los calostros como medio de defensa contra las enfermedades empieza a desaparecer y a partir del mes y medio el riesgo de contraer enfermedades se incrementa considerablemente y es el momento de plantearnos una serie de vacunaciones.
-¿Qué son las vacunas? ¿Cómo actúan?
Cuando vacunamos un cachorro, lo que le inoculamos son unos antígenos, que son como parte del virus o bacteria que ocasionarían la enfermedad, pero que son parte de ellos, o bien organismos muertos o vivos pero que se les ha atenuado la parte que ocasionaría la enfermedad; de tal manera que lo que queremos es que en el perrito se desencadene una inmunidad, unas defensas, unos anticuerpos contra la enfermedad que queremos prevenir.
Aparte dentro de las vacunas, tendremos unas simples contra una sola enfermedad o polivalentes contra varias enfermedades
– Sistema inmunitario de los perros.
El sistema inmunitario de los cachorros o la posibilidad de generar defensas propias, aparte de las naturales, como la piel, la saliva, los jugos gástricos, las lágrimas para los ojos; va madurando según va creciendo. Pero a los 45 días es bastante inmaduro todavía y ante la vacuna le va a costar desencadenar una respuesta adecuada. Para contrarestar esto están las vacunas alta antigénicas también llamadas puppy y que son las indicadas para estas edades tempranas.
Según la zona donde estemos y también la época del año, será más importante vacunar contra una u otra enfermedad. Así si oímos que en la zona se están muriendo cachorros de Parvovirosis será más prioritario, sobre todo si es verano que los peligros de la deshidratación aumentan. Sin embargo si es invierno; el riesgo de contraer moquillo será más alto y entonces sería más conveniente vacunar de este. Pero como decía están las vacunas múltiples y la alternativa de vacunar contra moquillo y parva a la vez sería la adecuada al mes y medio de edad. Siempre con vacunas puppy, los normales serían insuficientes y estaríamos tirando el dinero.
-Condicionamientos generales para la vacunación.
El perro debe de estar sano y bien desparasitado para que la vacuna surta mejor el efecto.
La vacuna debe estar bien conservada, sin que haya perdido en ningún momento la cadena del frío ya que estas se deterioran muy fácilmente y pierden actividad. Una neverita con acumuladores de hielo desde la comercial y no dilatar el momento de la vacuna son esenciales.
Mantener las condiciones higiénicas en la vacunación con jeringas individuales para cada cachorro como mínimo. Así evitaremos trasmitir enfermedades que podrían estarse ya incubando.

-Principales enfermedades a prevenir con la vacunación.
.Moquillo
.Hepatitis
.Leptospirosis
.Complejo Tos de las Perreras
.Parvovirosis
.Coronavirus
.Borreliosis
.Rabia.
(De todas ellas hablaremos en un próximo capítulo.)
-Pautas de vacunación.
Hemos vacunado al cachorro a partir de los cuarenta y cinco días de vida. Si queremos que el perro quede bien inmunizado, deberemos revacunar sucesivamente ya que además de que el sistema inmunitario es más maduro, repetidas dosis conseguirán unas defensas mucho más completas.
A los veinte días de la primera sería un momento adecuado. Aquí ya podríamos utilizar vacunas normales y bien utilizar la de parvo o moquillo o ya introducir vacunas más polivalentes, como una heptavalente que cubriría las siete enfermedades anteriores menos la rabia.
Yo siempre recomiendo que veinte días después de esta segunda vacunación se vuelvan a vacunar, que se repita a los seis meses de vida y al año y que además luego y durante toda la vida del animal se revacune anualmente contra todas estas enfermedades.

Impronta (imprinting). (3 a 7 semanas), socialización. (8 a 12 semanas), jerarquización, neotenización, equilibrio y tolerancia.
Unas palabritas que a muchos les sonará a chino, pero que tienen una gran importancia en el desarrollo del cachorro, sobre todo desde el punto de vista psíquico y desde el punto de vista social. Estamos hartos de ver perros asustadizos, perros que no se acercan a la gente, que no quieren entrar a los remolques y que hacen la vida imposible a los rehaleros con los malos ratos, pérdida de tiempo y hambre en la mayoría de los casos.
El perro debe de adaptarse a su entorno, debe de tomar su papel dentro de la camada y unas pautas de comportamiento ante su madre, ante sus hermanos y ante el dueño.
Aquí la genética tiene su importancia y así habrá cachorros dominantes y sumisos, posesivos o no, agresivos, glotones, envidiosos, duros o llorones, con más o menos sensibilidad corporal para aguantar los pinchazos del monte o las heridas de los colmillos de los jabalíes, con más o menor sensibilidad sensorial, más o menos nariz, vista u oído que a veces hace que tengan miedo a las detonaciones.
Ante esto, al ser un tema congénito, el criador tendrá poco que hacer y una correcta selección y criar con los reproductores más adecuados, siempre evitando los que tengan algún tipo de problemas y utilizando los más sobresalientes conseguiremos evitar en gran medida estos quebraderos de cabeza.
Pero no todo son matemáticas en la cría y aquí el criador si tiene algo que hacer.
El sobar a los cachorros, acariciarlos a menudo, con cuidado, con respeto, tratando de improntarles nuestros olores, nuestro tacto, nuestra voz en las primeras semanas, intentar que este contacto sea parte de sus vidas, que nos tomen como algo natural.
Que se acostumbren a su medio ambiente desde que abren los ojos y salen del cubil, adaptarles a ruidos extraños desde el primer momento, bien de forma natural o provocándolos, así golpear las latas de la comida, dar aplausos o incluso pequeñas detonaciones siempre asociándolos a sensaciones agradables o necesarias como el momento de comer.
Sacarlos rápidamente al campo, que se habitúen a olores, a los animales domésticos, educarlos ya que estos no son caza, a los coches y a su sonido, que sus primera experiencias a la entrada de los remolques sea agradable, acompañara esta primera vez con caricias, halagos, sin brusquedad, siempre en positivo.
Habituarles a la llamada de forma fácil. Así utilizar la misma llamada que vamos hacer en el campo a la hora de echarles de comer. Un instinto tan necesario como el comer creará una asociación profunda para que el día de mañana cuando hay que recoger hay que recoger.
Introducir el castigo de forma clara, sin confusiones y sin que haya ningún tipo de brutalidad, siempre con los mismos criterios e introduciendo la palabra ¡NO! cuando no queremos que el perro haga algo. Nunca pegar con la mano o el pie, siempre utilizar algún objeto que el perro relacione con lo que está haciendo mal y la corrección marcada.
La palabra “siempre” como pauta principal en la educación de los cachorros. Como ejemplo os diría que si un perro no queremos que se nos suba encima, pero cuando el suelo está limpio y nosotros llevamos ropa de trabajo no nos importa, pero si el suelo está embarrado y nosotros llevamos ropa limpia no le dejamos y corregimos con una patada, el perro no lo comprenderá y le crearemos un conflicto en su comportamiento y un recelo innecesario ante nosotros.

José Herrero Soria.
Veterinario.